Echo un ojo a los casi 200 libros
que tengo en las estanterías, todos buenísimos, todos comprados porque los
necesitaba, “si no compro este libro mi
vida no va ser lo mismo” me decía a mi mismo. Ahora están sentados en la
estantería de casa atrayendo al polvo y muchos, da vergüenza decirlo, sin leer.
Suspiro, los libros me aburren. Un poco de música… sí, eso es. ¿Pero de qué
tipo? Solo en la colección de jazz tengo “beebop”, “hardbop”, “New Orleans”, “cool”
y “fusion”. Luego tengo “poprock”, “hardrock”, “heavy metal”, “britpop”, “pop
español”… UFFFF! música no. La play eso es, sí la play. Soy piloto de formula
1, soy soldado de las fuerzas especiales, soy astronauta con un misión especial
de matar a bichos en una planeta de un universo paralelo. Aburrido, aburrido, también me aburre. Ya me aburre todo.
¿Puede ser que un cuarentón con
sobrepeso, coche, trabajo, móvil de última generación y todos los trapos que
conlleva vivir en nuestra sociedad, llegue a más resentido, más enfadado y más
aburrido que su semejante en África que no tiene ni para comer?
Pues sí, parece que los que más
tenemos, más queremos. Desde los tiempos de los griegos se viene diciendo que más
cosas no es igual a más felicidad. Pero seguimos coleccionando, por si acaso,
porque no nos fiamos del todo: “¿qué pasa
si aquel libro, peli, novio/a, trabajo móvil… es la clave de mi felicidad?”,
me justifico a mí mismo, después de comprar otra cosa, y nada más dar al clic
en el “comprar con un solo clic” del botón de amazon.com ya no me gusta.
¿Por qué? Me pregunto. Parece que
la anticipación ha llegado a superar el evento. Me recuerda a cuando era yo un
consumidor habitual de heroína. Llega el momento que la droga ya no funciona
fisiológicamente. Los últimos años de consumo eran realmente devastadores, un
lugar terrible donde no te consuela ni la droga. Curiosamente, lo que nunca
dejó de funcionar fue la anticipación. De hecho el único momento en que me
sentía vivo era cuando iba a pillar, después, siempre fue decepcionante.
Preguntad a cualquiera que consuma, los adictos solo se comprometen a dejarlo
justo después de consumir, porque la decepción es tan grande. Pero la
anticipación de la siguiente dosis es tan poderosa que puede anular hasta los
mejores intentos a la abstinencia.
Anticipar como podría ser,
siempre va a superar una realidad que después no hace nada mas que decepcionar.
No es para sorprenderse. Nuestros anhelos, nuestras fantasías y nuestra
imaginación están alimentados por un bombardeo continuo de anuncios en la
televisión, que nos venden estilos de vida y secretos hacia la felicidad en
mensajes crípticos impartidos por modelos, o supermodelos (como se llaman hoy
en día), como si ser modelo no fuera lo suficiente o un futbolista no es nadie
si no es un galáctico.
Los libros de autoayuda se han
convertido en la Biblia
de la sociedad moderna, con su psicología barata nos explican que todo está
dentro, a nuestro alcance, solo hay que ser positivo y puedes con todo. Una
mentira, aunque hay cosas dentro de nuestro control, la idea de que somos
dueños de nuestro destino es una ilusión. Pero jugando con nuestra anticipación
de algo mejor, siguen vendiendo libros con titulo como “Los Secretos del Dinero
y el éxito”, “Cómo Llegar a Ser Poderoso y Tener Éxito con las Mujeres”. Todo lo
pintan tan fácil, que tiene que haber algo básicamente erróneo en alguien que
no consigue el éxito o, en el caso de los libros de religiones orientales, la
paz interior. He intentado a descubrirme a mi mismo pero me fallan cuatro
cosas: 1. no puedo quedarme quieto más de cinco minutos; 2. no puedo callarme;
3. no puedo dejar de obsesionarme sobre mi mismo y 4. no puedo dejar de querer
cosas materiales.
Voy a lo fácil, quiero ser
Cristiano Ronaldo o la tía esa que grita tanto en Gran Hermano XII. Fácil,
rápido y sin ningún esfuerzo, así puedo conseguir el éxito merecido por una
cara tan bonita.
Como en las mejores Biblias,
existen los mártires y los pecadores. Los que siguen el consejo y llegan a la
tierra prometida y los pecadores que reciben su merecido. Las presentadoras del
mundo de la prensa rosa salen en televisión, para explicarnos como ganaron su
valiente lucha contra el cáncer. Como si tuviera algo que ver con ellas, su
estilo de vida y su fuerza de voluntad. ¿Y que pasa con las que no la ganaron?
¿Acaso carecen de fuerza de voluntad? ¿Hacen algo mal? O, simplemente, reciben
su merecido por pobres y gordas.
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