Wednesday, 28 August 2013

ACT: Passengers on a bus metaphor

The ACT “passengers on a bus” (see here) metaphor has recently been used as a thought diffusion technique in a piece of research on resisting chocolate. Cognitive diffusion consists of creating space between one’s thoughts and oneself to the point where one comes to recognise that you are not your thoughts, but just the arena where they take place. This technique basically consists of the participants imagining they are the driver of a bus and that any thoughts or feelings they had about eating chocolate were to be considered as awkward passengers who attempt to highjack the direction in which they wish to go, which in this case was not eating chocolate.

There were three groups, the experimental group trained in cognitive diffusion techniques, a comparison group trained in urge surfing techniques to ride out the wave of craving, and a control group trained in relaxation techniques.

The 135 participants were each given a bag containing 14 chocolates to carry around with them for five days without eating any of the chocolates. They were also asked to refrain from eating any other chocolate during the five days and to keep a diary of how much chocolate they did actually eat.

The key findings were that the urge surfing group ate just as much chocolate as the control group and both groups ate more than the experimental group. 27% of the cognitive diffusion group ate some chocolate over the five days, compared with 45% for both the urge surf and the control group.

These results were followed up by a habits questionnaire, which suggested that the diffusion technique was more effective because it reduced the mindless automatic consumption of chocolate by the diffusion group better than in the other two groups.


The researchers, Kim Jenkins and Katy Tapper, suggested that their results show mindfulness diffusion techniques such as passengers on a bus, are promising brief intervention strategies for boosting self control over an extended period.  

Monday, 12 August 2013

Lo que carece de sentido, lo suelen llamar absurdo



Echo un ojo a los casi 200 libros que tengo en las estanterías, todos buenísimos, todos comprados porque los necesitaba, “si no compro este libro mi vida no va ser lo mismo” me decía a mi mismo. Ahora están sentados en la estantería de casa atrayendo al polvo y muchos, da vergüenza decirlo, sin leer. Suspiro, los libros me aburren. Un poco de música… sí, eso es. ¿Pero de qué tipo? Solo en la colección de jazz tengo “beebop”, “hardbop”, “New Orleans”, “cool” y “fusion”. Luego tengo “poprock”, “hardrock”, “heavy metal”, “britpop”, “pop español”… UFFFF! música no. La play eso es, sí la play. Soy piloto de formula 1, soy soldado de las fuerzas especiales, soy astronauta con un misión especial de matar a bichos en una planeta de un universo paralelo. Aburrido, aburrido,  también me aburre. Ya me aburre todo.

¿Puede ser que un cuarentón con sobrepeso, coche, trabajo, móvil de última generación y todos los trapos que conlleva vivir en nuestra sociedad, llegue a más resentido, más enfadado y más aburrido que su semejante en África que no tiene ni para comer?

Pues sí, parece que los que más tenemos, más queremos. Desde los tiempos de los griegos se viene diciendo que más cosas no es igual a más felicidad. Pero seguimos coleccionando, por si acaso, porque no nos fiamos del todo: “¿qué pasa si aquel libro, peli, novio/a, trabajo móvil… es la clave de mi felicidad?”, me justifico a mí mismo, después de comprar otra cosa, y nada más dar al clic en el “comprar con un solo clic” del botón de amazon.com ya no me gusta.

¿Por qué? Me pregunto. Parece que la anticipación ha llegado a superar el evento. Me recuerda a cuando era yo un consumidor habitual de heroína. Llega el momento que la droga ya no funciona fisiológicamente. Los últimos años de consumo eran realmente devastadores, un lugar terrible donde no te consuela ni la droga. Curiosamente, lo que nunca dejó de funcionar fue la anticipación. De hecho el único momento en que me sentía vivo era cuando iba a pillar, después, siempre fue decepcionante. Preguntad a cualquiera que consuma, los adictos solo se comprometen a dejarlo justo después de consumir, porque la decepción es tan grande. Pero la anticipación de la siguiente dosis es tan poderosa que puede anular hasta los mejores intentos a la abstinencia.

Anticipar como podría ser, siempre va a superar una realidad que después no hace nada mas que decepcionar. No es para sorprenderse. Nuestros anhelos, nuestras fantasías y nuestra imaginación están alimentados por un bombardeo continuo de anuncios en la televisión, que nos venden estilos de vida y secretos hacia la felicidad en mensajes crípticos impartidos por modelos, o supermodelos (como se llaman hoy en día), como si ser modelo no fuera lo suficiente o un futbolista no es nadie si no es un galáctico.

Los libros de autoayuda se han convertido en la Biblia de la sociedad moderna, con su psicología barata nos explican que todo está dentro, a nuestro alcance, solo hay que ser positivo y puedes con todo. Una mentira, aunque hay cosas dentro de nuestro control, la idea de que somos dueños de nuestro destino es una ilusión. Pero jugando con nuestra anticipación de algo mejor, siguen vendiendo libros con titulo como “Los Secretos del Dinero y el éxito”, “Cómo Llegar a Ser Poderoso y Tener Éxito con las Mujeres”. Todo lo pintan tan fácil, que tiene que haber algo básicamente erróneo en alguien que no consigue el éxito o, en el caso de los libros de religiones orientales, la paz interior. He intentado a descubrirme a mi mismo pero me fallan cuatro cosas: 1. no puedo quedarme quieto más de cinco minutos; 2. no puedo callarme; 3. no puedo dejar de obsesionarme sobre mi mismo y 4. no puedo dejar de querer cosas materiales.

Voy a lo fácil, quiero ser Cristiano Ronaldo o la tía esa que grita tanto en Gran Hermano XII. Fácil, rápido y sin ningún esfuerzo, así puedo conseguir el éxito merecido por una cara tan bonita.

Como en las mejores Biblias, existen los mártires y los pecadores. Los que siguen el consejo y llegan a la tierra prometida y los pecadores que reciben su merecido. Las presentadoras del mundo de la prensa rosa salen en televisión, para explicarnos como ganaron su valiente lucha contra el cáncer. Como si tuviera algo que ver con ellas, su estilo de vida y su fuerza de voluntad. ¿Y que pasa con las que no la ganaron? ¿Acaso carecen de fuerza de voluntad? ¿Hacen algo mal? O, simplemente, reciben su merecido por pobres y gordas.